* Nota para padres y educadores *
Los niños se sienten bien con ellos mismos –desarrollan su autoestima– cuando sus padres y
otros adultos importantes en sus vidas muestran interés por ellos y los aprecian («Me quieren
tal como soy»).
Se sienten a gusto con ellos mismos cuando su interacción con el mundo que les rodea
es satisfactoria y reconocida por quienes están con ellos. A medida que van creciendo y
aprendiendo –a vestirse, a hacer construcciones, a pintar, a tirar la pelota y recogerla, a
ayudar a los demás, a hacer amigos–, los logros les dan la suficiente seguridad para intentar
nuevas tareas («Me gusta aprender cosas nuevas»).
Cada niño es único. Es necesario que ayudemos a nuestros hijos a que vean que es bue-
no que todos seamos diferentes. No tenemos que parecernos a los demás o tener las mismas
habilidades o intereses («Cuando pinto o hago algo no se parece nada a lo que hacen otros»).
Si bien es agradable tener un talento especial, los niños que no lo tienen necesitan saber
que ellos valen tanto como los que sí lo tienen. No queremos que nuestros hijos sientan que
para ser queridos tienen que ser lo que no son. Competir en cosas en las que uno no puede
controlar, como, por ejemplo, en atributos físicos, sólo causa ansiedad.
No debemos temer que nuestros hijos no tengan interés por aprender, ya que han nacido
con ese deseo. Nuestro reto es asegurarnos de que mantengan vivo ese maravilloso entusiasmo.
Podemos fomentar ese deseo natural de hacer las cosas lo mejor posible, sea lo que sea en
cada niño.
Puesto que como mejor aprenden los niños es con nuestro propio ejemplo, debemos
preguntarnos a nosotros mismos: «¿Muestro respeto por mi hijo o mi hija tal como es?» «¿Me
muestro respeto a mí mismo tal como soy?». De no ser así, debemos cambiar nuestras actitudes.
Todos queremos poder decir: «¡Me siento bien conmigo mismo!».
Cornelia Maude Spelman,
trabajadora social y clínica (especialista en psicoterapia y salud mental).